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La costumbre de velar a los fallecidos

12 enero 2022

Lo más habitual en nuestra sociedad cuando una persona fallece es que lo despidamos entre familia, amigos y allegados. Conocido como velatorio, este ritual se hace durante las horas que siguen al fallecimiento y antes de que se lleve acabo su inhumación o cremación. Mientras que antiguamente era un ritual que se llevaba a cabo en casa del fallecido o de su familia, en la actualidad lo habitual es velar a nuestros seres queridos en los tanatorios, como los cuatro que tenemos en Pompas Fúnebres de Arosa, en Vilagarcía de Arousa, Catoira, Cambados y O Grove.

Pero, ¿dónde está el origen de esta costumbre? Fue en la Edad Media cuando comenzó a realizarse, ante la necesidad de no dar por fallecido a un ser querido antes de que se produjese el fallecimiento realmente. Antaño no era tan sencillo como ahora determinar la causa de la muerte de una persona y la ingesta de diferentes sustancias podía inducir a las persona en un sueño profundo e inconsciente, que los dejaba en un estado que podía confundirse con el fallecimiento, conocido como catalepsia. Algunas de las sustancias que más habitualmente podían producir este estado eran el plomo o el estaño, y en aquella época había muchos artículos para el hogar que se fabricaban con estos metales. Era precisamente la mezcla del alcohol con este material la que generaba un potente veneno.

Es por ello que, cuando se encontraba el cuerpo, se recogía y se situaba encima de una mesa. Allí, la familia hacía una vigilia y esperaba por si su ser querido despertase. Durante la noche, esta especie de guardia se hacía alumbrándose con velas, una de las razones por las que se le da a este ritual el nombre por el que lo conocemos hoy en día: velatorio. Otra es etimológica, ya que proviene del verbo velar, que en latín era vigilare, es decir, literalmente vigilar.

Velatorios en otras culturas

Antes de los entierros, en la religión judía también se realiza un velatorio, que tiene un origen similar. Antiguamente, los seguidores de esta religión dejaban tres días el sepulcro abierto y, durante ese tiempo, lo visitaban regularmente, por si el fallecido revivía. Pasado ese tiempo se asumía la muerte y se cerraba el sepulcro. Esta creencia estaba basada en la idea de que una persona puede caer en un sueño o trance, pero no necesariamente fallecer.

Por otro lado, en la religión budista es habitual velar a la persona fallecida durante siete días antes de que se realice la despedida definitiva. Por ello, embalsaman el cuerpo con formol para que aguante en buen estado mientras sus familiares y amigos se despiden de él en el velatorio.

En el caso de los funerales hindúes, lo primero que debe hacer la familia cuando fallece su ser querido es cerrarle los ojos y la boca, así como enderezarle los brazos. A continuación, se coloca una lámpara de aceite cerca del cuerpo para alumbrarlo durante tres días consecutivos, en los que se debe evitar lo máximo posible el contacto con el cuerpo del fallecido.

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