En los camposantos, lo más habitual es fijarse en la historia y en la simbología de aquello que se encuentra grabado en las lápidas. Sin embargo, hay muchos otros símbolos que, en ocasiones, pueden pasar desapercibidos. Es el caso de el árbol que más habitualmente se planta en los cementerios: el ciprés. Pero, ¿sabes cuál es la historia detrás de este árbol y su relación con la muerte?
¿Cómo son los cipreses?
Los cipreses son árboles peculiares que llegan a alcanzar hasta los 20 metros de altura. Por otro lado, presentan una gran resistencia a adversidades climática como el frío, las sequías, el viento o las heladas. Por eso, son habituales en templos y lugares religiosos de Asia y Europa. Además, también se utilizan en jardines y en las carreteras, donde se plantan a modo de pantalla.
Su larga vida es una de las razones por las que se asocia al ciprés con la inmortalidad y la permanencia del alma. También el hecho de que pertenezca a la familia de las coníferas, siendo sus hojas perennes y siempre verdes. Por otro lado, por su altura y a su forma estilizada, se creía que ayudaba a las almas de las personas fallecidas a elevarse.
El origen del ciprés
Según la mitología griega, el nombre de este árbol vendría de Cipariso. Este joven, hijo de Télefo, a su vez descendiente de Heracles, fue amante del dios Apolo. Cuentan que Cipariso había adoptado como mascota al ciervo sagrado de las ninfas de la isla de Quíos. Este destacaba por su piel blanca, su cornamenta de oro y un collar único con piedras preciosas engarzadas en medallones de oro.
Desgraciadamente, un día, Cipariso salió de cacería con Apolo y con una jabalina de oro que este le había regalado, hiriendo de muerte sin querer al ciervo. Desesperado por lo que acababa de pasar, el joven pidió a este dios que le arrebatara la vida y le permitiera acompañar al animal o, en su defecto, le permitiera llorarle eternamente. Apolo decidió acceder a la súplicas de Cipariso y lo transformó en un alargado árbol, para que su alma se pudiera acercar lo máximo posible al cielo.
Un poco de historia
Aunque hoy en día está más vinculado a los camposantos cristianos, hay que remontarse muchos siglos en el tiempo para descubrir su origen funerario. Según el filósofo griego Teofrasto, que vivió entre los siglos IV y III antes de Cristo, se trataba de un árbol que estaba consagrado a Hades, el dios de la muerte. Esto era porque, cada vez que se talaba uno, sus raíces no volvían a dar nuevos brotes.
Quinto Horacio Flaco y Plinio el Viejo, también dejaron constancia del uso del ciprés en diferentes costumbres funerarias. El primero de ellos, conocido poeta romano, indicó que era habitual enterrar a los fallecidos con un rama de ciprés, envolviendo además el cuerpo con sus hojas. Plinio, escritor y militar romano, explicó el uso de una rama de ciprés en la puerta de las casas como símbolo de que esa familia se encontraba de luto.
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