Galicia está plagada de numerosos vestigios de los antiguos pobladores de estas tierras, y muchos de ellos están relacionados con la cultura de la muerte. Es el caso de las necrópolis, o lugares destinados a enterramientos, restos que se han encontrado de diferentes civilizaciones.
Una de ellas es la necrópolis de Adro Vello, situada en el yacimiento homónimo a la orilla del mar. Concretamente, se ubica al lado de la playa de O Carreiro, en la parroquia de San Vicente do Grove. Se trata este de un yacimiento complejo que cuenta con más de 3.000 metros cuadrados en los que se puede ver la ocupación de diferentes etapas, desde el siglo III hasta el XVIII.
Historia de la necrópolis
Los restos más antiguos que todavía se pueden observar a día de hoy son los de una villa romana y una fábrica de salazón de pescado, levantada entre los siglos III y V d.C. Continuando en el tiempo, aún se aprecian los cimientos de una iglesia visigótica, que se cree pertenece a algún punto entre los siglos VI y VII. Sin embargo, lo que más nos interesa es la necrópolis, cuya cronología se cree se extiende desde la época tardorromana hasta la Edad Moderna.
Como curiosidad, el nombre de la necrópolis, Adro Vello, hace alusión a la iglesia mencionada anteriormente. Se cree que, con ella, se intentaba cristianizar el lugar y eliminar los cultos paganos, muy habituales por la zona. Sin embargo, debido a su ubicación pegada al mar, los ataques de piratas y corsarios eran abundantes, por lo que la iglesia terminó por trasladarse al lugar en el que se erige hoy en día, también en la parroquia de San Vicente.
Este traslado propició que la necrópolis acabara por quedar abandonada en el siglo XVIII, última época en la que hay constancia de su uso. Consecuentemente, acabó cubierta por la arena y fue desterrada de la memoria popular. Eso fue hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando fue descubierta de nuevo.
Según diferentes estudios se estima que en la necrópolis pudieron llegar a producirse hasta 1.600 enterramientos, situados en hasta diez niveles de enterramiento. De hecho, son las tumbas las que son testigo de esos periodos, y aún hoy en día se pueden observar restos que los confirman. Así, las hay romanas, en las que se puede observar una tégula, o teja romana, tanto en la cabecera como en los pies, o con cubiertas pétreas a base de losetas encabalgadas. Por otro lado, existen sarcófagos monolíticos, laudas altomedievales con marcas gremiales, etc.
Un yacimiento muy completo
Además de los restos ya mencionados, como la fábrica de salazón, la iglesia y la necrópolis, Adro Vello esconde mucho más. Fue el arqueólogo José Carro Otero quien, en los años 80, descubrió todo lo que allí se ocultaba.
Este yacimiento histórico es de gran importancia, ya que es una de las necrópolis más grandes de Galicia. Por ello, diferentes colectivos han luchado durante años para conseguir que fuera declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Finalmente, a principios de este año, la Xunta inició los trámites para hacerlo. Por ello, desde ahora está protegido por la Ley de Patrimonio de Galicia.
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