La conocida frase del “Génesis” ( Gen. 3,19): Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris (Recuerda, hombre, que eres polvo y al polvo volverás) viene a colación porque rememora –aunque no sea Miércoles de Ceniza- que la vida es pasajera y que a la tierra regresamos. Pero ahora puede hacerse de una manera “ecológica” y amigable con el medio ambiente, porque podemos servir como fertilizante a través del compostaje.
Algunos habitantes de Nueva York ya tienen un deseo para cuando se mueran: quieren que sus restos sean colocados en un recipiente para ser descompuestos por microbios y convertidos en tierra nutritiva y fértil. A principios de este mes de enero este estado norteamericano aprobó una ley para legalizar la degradación orgánica natural, popularmente conocida como compostaje humano. Ya son seis los países de USA que permiten esta práctica. Los otros cinco son Washington, Colorado, Oregón, Vermont y California.
El proceso del compostaje humano es relativamente sencillo. El cuerpo del fallecido se coloca en un recipiente cerrado –algo así como un ataúd de acero- junto a elementos de materia vegetal como astillas de madera, alfalfa y paja. La mezcla orgánica crea el ambiente adecuado para que los microbios trabajen y se encarguen de “reconvertir” al finado en un tiempo que oscila entre los treinta y los sesenta días. Finalmente, el contenedor se calienta para evitar infecciones y, una vez abierto, se entrega la tierra a los familiares.
De un cuerpo y su mezcla se obtiene casi un metro cúbico de abono que puede usarse, como cualquier compost, para plantar árboles o enriquecer bosques o jardines. No obstante, esa cantidad depende de lo que permita cada estado, ya que la tierra seguiría considerándose legalmente restos humanos, con normas sobre lo que la gente puede hacer con ellos.
Muchos ven en el proceso una salida ecológica para nuestro cuerpo. La incineración, que es ya la opción elegida en casi la mitad de las defunciones en EEUU, consume gran cantidad de energía y emite CO2, por lo que el compostaje sería una práctica más respetuosa con el medio ambiente. Y si vemos las estadísticas del sector en España, es el país de Europa que cuenta con más hornos crematorios (unos 360) y las incineraciones siguen ganando terreno. En quince años se han triplicado y, con datos de 2021, suponían ya casi un cuarenta y cinco por ciento de las opciones a la hora de dejar este mundo.
La tendencia es que en España siga aumentando año a año el porcentaje de cremaciones y que en 2025 en nuestro país se realicen al 50 o 60 por ciento de los fallecidos. Actualmente, la mayor parte de las incineraciones tienen lugar en zonas urbanas.
Ante el reto del cambio climático por la propia acción de los habitantes del planeta, los defensores del compostaje humano dicen que no solo es una opción más amigable con el ambiente, sino también más práctica en ciudades donde el espacio para cementerios es limitado.
Por ahora este procedimiento solo es legal en Suecia y en los seis estados norteamericanos referidos. Inglaterra lo está estudiando y la “muerte verde”, como también se le ha empezado a llamar, está suscitando debates a favor y en contra, así como cuestiones religiosas y éticas sobre el asunto.
Sin duda, va a ser un tema candente. Muchos ya han dicho que un proceso que es perfectamente apropiado para regresar trozos de vegetales a la tierra no necesariamente es apropiado para cuerpos humanos.