¿Estamos normalizando la muerte?
Entrevista realizada a nuestro gerente el pasado mes de mayo por Andrea Muñoz de El Confidencial, sobre la evolución del sector funerario y que se puede leer completa aquí: www.elconfidencial.com
Eduardo Martínez Torrado que lleva más de 25 años dedicados al sector funerario, hace un repaso de cómo ha cambiado la forma de decir adiós a un ser querido y la evolución del sector funerario. Eduardo es tanatopractor lo que le faculta para realizar tareas como las de embalsamar el cuerpo de un fallecido. Actualmente dirige una funeraria en Pontevedra. Cursó estudios de comercio, pero decidió seguir con el negocio funerario familiar, del que es la tercera generación.
La evolución del sector funerario: ¿Estamos normalizando la muerte?
A pesar de que considera que «vamos evolucionando», dice que «hay generaciones enteras que todavía ven las defunciones como un tabú. Los noventeros empiezan a hablar ahora, pero hay muchas personas que no quieren ni hacerse un seguro de decesos porque piensan que están pagando la muerte por adelantado», explica a El Confidencial.
Hace una comparativa con el sexo: «Era un tabú y ya se habla en todos los ámbitos libremente, es habitual en los entornos decir que se tiene un satisfyer. Ahora está empezando a existir una educación sobre la muerte, se va normalizando».
Respecto a su día a día, confiesa que la calidad humana para atender a las familias es uno de los aspectos «más importantes» del oficio. «Tenemos que adaptarnos a los estados emocionales de las personas, que dependen mucho de la relación que tuvieran con el fallecido o la causa de la muerte. Hay gente que llega al tanatorio y ya ha empezado el duelo porque su ser querido padecía una enfermedad terminal o de larga duración, pero otros no. Debemos estar preparados para identificar el eneatipo de la persona en una conversación muy corta con el objetivo de organizar una despedida en menos de 24 horas», continúa el vocal de la Asociación Española de los Profesionales de los Servicios Funerarios (Aesprof).
Cambios actuales
Pese a que asegura que a nivel visual las despedidas «no han cambiado mucho», sí que lo ha hecho la forma de dar ese último adiós: «El procedimiento funciona exactamente igual en todas las partes del mundo. Cuando hay un fallecimiento, alguien llama a una funeraria, se recoge el cadáver, hablamos con la familia y producimos un destino final. Sin embargo, un funeral en el norte de Galicia no será idéntico a uno de esta zona. Por ejemplo, aquí la funeraria proporciona el personal que portea el féretro, somos los funerarios los que lo hacemos a hombros, cosa que en Orense no se hace porque, en general, se encarga la propia familia».
Destaca también que antes los entierros eran más multitudinarios, sobre todo en las zonas más tradicionales, como Extremadura, Andalucía o Galicia. «Se velaba con un féretro de altas prestaciones, de lujo. Ahora eso pasa a un segundo plano y se busca una comodidad dentro del tanatorio. Se ven homenajes en lugar de despedidas». Igualmente, añade que «la tradición cristiana se está perdiendo: Cada vez hay más entierros civiles».
Pantallas y catering
Y no es lo único que ha cambiado, el experto insiste en que el sector también se ha modernizado por lo que se ve una evolución del sector funerario. «Diría que desde 2015 la evolución ha sido muy grande porque nos hemos digitalizado. Ya es raro ver un tanatorio sin una pantalla informativa o una web con esquelas. Se está comenzando a profesionalizar al equipo de atención a las familias, que son las azafatas. Al igual que cada vez hay más simposios y formaciones, son totalmente necesarios», indica.
Las familias ahora «están más informadas» y la personalización de los servicios está a la orden del día: «Los funerarios debemos estar a la altura, nos piden un catering específico, una música concreta o la adaptación de fotos para poner en el túmulo». En cuanto al precio, manifiesta que «es raro que un servicio funerario sobrepase los 5.000 euros«.
Duelo patológico
Aunque haya una evolución del sector funerario, con respecto a los tiempos, el director funerario opina que «ahora las despedidas son muy rápidas». «Tenemos una prisa por enterrar a los difuntos que no es normal, estamos casi a la cabeza en Europa. Si me mandan ahora un mensaje diciendo que mi hijo se acaba de morir, lo más probable es que entre en shock y que dure hasta 36 horas. Pero lo enterraré en 24. La mayor parte de la gente dice ‘cuanto antes acabe esto, mejor’. Yo me pregunto, ¿mejor para quién? En el momento que sea consciente, cuando el shock se haya pasado, no le podré ver fallecido para darle un beso. Es un momento terriblemente complejo, pero necesario. Lo que veo, por desgracia, es que vamos rapidito y a tapa cerrada».
Esto es algo que se relaciona con el duelo patológico, una reacción a una pérdida que se prolonga en el tiempo y afecta significativamente el funcionamiento diario de la persona, interfiriendo en su vida social, emocional y personal. En España, su prevalencia en la población adulta se puede estimar en un 21,53%, mucho mayor que el dato de 9,8% que se encuentra en revisiones internacionales. Así lo arrojaba el último estudio sobre el tema publicado en 2021 en la revista Anales de Psicología.
Formación no reglada
Analizando la evolución del sector funerario en España con respecto a la formación, de momento, no existe una formación funeraria reglada. «Solo hay certificados de profesionalidad. Es algo que se reivindica desde hace años, de hecho, antes de la pandemia tuvimos una reunión con el Ministerio de Educación para ver las opciones que había. Ahora mismo se habla de un ciclo de grado medio. Yo he visto la formación que incluiría y es claramente insuficiente, no engloba las necesidades reales del sector. Desde mi punto de vista, un ciclo de grado superior sería un primer paso importante», expone.
«Hay muy pocas empresas que abogamos por la profesionalización del sector. En total, seremos alrededor de 1.250 empresas en España. Yo diría que por encima de 300 es complicado encontrar una que esté preparada y no se haya quedado en el sistema de trabajo de hace 40 años. Hay algunas que hacen auténticas chapuzas, la prueba de fuego es pedir un presupuesto detallado. Coges a diez funerarias de distintas comunidades y a ver cuántas funerarias te lo envían. También hay pocas academias decentes de las que salgas preparado. Conozco casos en los que sale el Tanatopractor con el certificado de profesionalidad sin saber lo que es una arteria», concluye.
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