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Las momias más antiguas del mundo

16 noviembre 2022

Antes que los egipcios, fue la civilización Chinchorro de Chile, la primera en practicar el ritual de la momificación

Hace un año y cuatro meses que son Patrimonio de la Humanidad. Y son momias a quienes la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha reconocido como tesoro cultural del mundo. Porque tres mil años antes de que los egipcios momificaran a sus faraones, la civilización Chinchorro, en la zona chilena del desierto de Atacama, ya llevaba a la práctica este ritual.

Se cree que las propias condiciones áridas y extremas de la zona propiciaban la conservación de los cuerpos. Después los propios habitantes aprenderían a intervenirlos para su momificación. Llegaron a un alto grado de sofisticación, ya que eran capaces de la extracción de los órganos y músculos y sustituirlos por vegetales, trozos de cuero, madera o pelo. 

Fue el arqueólogo alemán Max Uhle quien, a principios del siglo XX, describió por primera a los Chinchorro, a quienes llamó “los aborígenes de Arica». Desde entonces, mucho se ha escrito e investigado sobre este pueblo y su cultura, cuyas momias llevaban tiempo como candidatas a formar parte del catálogo de la Unesco.

Los estudiosos creen que los Chinchorro procedían de las montañas de Arica y se desplazaron hasta la costa del Pacífico donde se establecieron desde el 7020 a.C. hasta el 1110 antes de Cristo. El conocimiento de su existencia sucedió en 1917 en el desierto de Atacama, cuando aparecieron unas momias en excelente estado de conservación. El arqueólogo Max Uhle llegó a la conclusión de que se trataba de los restos de antiguos pobladores de la región, que a la vez habrían tenido contacto con culturas peruanas.

Uhle clasificó los sorprendentes hallazgos en tres categorías: las momias naturales, quehabían llegado a ese estado sin intervención humana; las de preparación compleja, y las que fueron revestidas con una capa de barro. A falta de medios de datación precisos, se les supuso una antigüedad de dos mil años.

La historia no había hecho más que comenzar porque en 1983, cuando se estaban realizando unas obras en un promontorio conocido como El Morro, empezaron a salir a la luz vestigios de lo que parecía ser un cementerio. El antropólogo Bernardo Arriaza se ocupó de los trabajos de excavación y, junto a su equipo, hallaron decenas de cuerpos que fueron llevados a la Universidad de Tarapacá, en Arica, para su examen. El Carbono 14 fijó una antigüedad media de siete mil años, por lo que se convertían desde entonces en las momias más antiguas del mundo. 

Se supone que bajo tierra aún hay incontables cuerpos. De los encontrados, unos fueron trasladados a museos, y otros están expuestos en el propio lugar donde aparecieron. Sin duda, queda mucho por investigar del pueblo Chinchorro y su relación con los muertos, algo que conforma una historia fascinante.

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