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De las campanas a Internet, las esquelas a través de los siglos

9 marzo 2023

¿Os habéis preguntado alguna vez cuál es el origen de las esquelas? ¿Cómo comunicaban hace siglos el fallecimiento de un ser querido, sin redes sociales ni Internet, que hoy nos parece tan habitual? Desde Pompas Fúnebres de Arosa, como funeraria con décadas de experiencia en Vilagarcía, Cambados y otras poblaciones de Galicia, vamos a hacer un poco de historia.
Una esquela, a veces también llamado aviso fúnebre o aviso mortuorio, es una nota recuadrada en negro que, publicada en un medio de comunicación o puesta en un lugar público, da noticia del fallecimiento de una persona. Hasta ahí la definición de esquela que conocemos comúnmente, aunque el término también se utilizaba antiguamente como mensaje corto para avisar de citas, reuniones o comunicados a varias personas. Fue en el siglo XIX cuando la esquela se introduce en los periódicos como parte integrante de la actividad informativa local o nacional.
En las poblaciones rurales todavía existe la costumbre de colocar las notas necrológicas en tablones de anuncios o escaparates para que puedan ser visibles para todos los vecinos, especialmente los de más edad. Y aunque aún se publican en los diarios, tanto en papel como digitales, la tecnología ha dado paso a portales específicos donde los familiares publican los datos de su ser querido. Además de estas plataformas online, las redes sociales permiten interactuar con los allegados del fallecido mediante imágenes y palabras.
Pero la notificación del óbito de una persona a familiares y conocidos se hacía en otro tiempo de forma muy distinta. La actuación más inmediata era avisar al sacristán, que normalmente se ocupaba de tocar las campanas, dando aviso a todos los vecinos. El toque de difuntos o el “doblar” de campanas consistía en tañer una campana y, tras una breve pausa, dar un repique con otra. El número de toques era diferente según el sexo del fallecido. Normalmente, tres dobles si el difunto era un hombre y dos si era mujer. En el caso de que fuera un niño en su lugar se tocaba «a gloria», repicando.
Las esquelas como tal han sido reflejo de un tiempo, especialmente de los siglos XIX y XX. En la prensa su publicación tenía –tiene- una labor eminentemente informativa, ya que además de los datos del finado comunica los detalles del entierro y funeral –lugar, hora, etcétera-, incluso su profesión y títulos o condecoraciones si los tuviese. También son fuente de información literaria de una época, especialmente el XIX, en la que era habitual los superlativos en los anuncios funerarios, tales como “su afligidísima esposa”, “apenadísimos hermanos” o “inconsolables padres”. Hoy parecen expresiones anticuadas pero lo contrario sería inconcebible en ese tiempo. Otra característica de antaño es que la orla que bordea la esquela solía ser más barroca y recargada.
De lo que no cabe duda es de que todos seremos en algún momento puro recuerdo. Y nuestra esquela será uno de los vestigios que dará prueba de nuestro paso por el mundo. ¿Cómo serán dentro de unas décadas? Las del siglo XIX y principios del XX, como una novela de Galdós. Las del XXI están por ver, y por escribir.

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