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Historia y origen de los cipos funerarios

15 diciembre 2021

Los cipos funerarios, nombre que proviene del latín cippus, son estructuras arquitectónicas verticales con forma de pedestal o cilíndrica que se utilizaban en la antigüedad para marcar el lugar en el que estaba enterrada una persona. Estaban compuestos de tres partes: una base, una zona central en la que se escribían diferentes textos y se grababan figuras, nombres o fechas destacadas, y un remate triangular o con ornamentos. También se utilizaban como urnas funerarias, si bien en este caso tan solo tenían dos partes, haciendo la superior la función de cubierta para tapar la urna que contenía las cenizas.

Los cipos funerarios en la historia

Aunque los cipos son característicos de la arquitectura etrusca y romana, a día de hoy todavía se pueden observar cipos funerarios de culturas como la íbera, la púnica o la musulmana. Su origen viene de los mojones, que eran piedras que se utilizaban para delimitar las dimensiones de propiedades privadas y de ciudades. Sin embargo, con el tiempo este tipo de construcciones megalíticas fueron utilizándose en los recintos sepulcrales y servían para definir las dimensiones de las tumbas.

En el caso de los cipos funerarios musulmanes, es necesario saber que los entierros se realizaban en esta cultura sin grandes ceremonias ni ningún tipo de símbolo de ostentación en las tumbas. Por ello, no es habitual ver mausoleos o grandes monumentos funerarios. De hecho, los enterramientos más modestos se marcaban con una piedra sin labrar. Eran las tumbas de las personas con un estatus social y económico superior las que se señalaban con este tipo de pedestales, poniendo uno a la cabecera y otro a los pies para delimitar el terreno que ocupaban

Por otro lado, en los cipos romanos solían aparecer las palabras in fronte e in agrum, y una cifras, utilizadas para indicar el espacio de terreno que pertenecía a la sepultura, tanto en la zona de delante como en la de detrás del propio monumento.

Todavía se pueden observar una gran cantidad de este tipo de construcciones en España. Muchas de ellas se concentran en Toledo, si bien también las hay en poblaciones del sur de la península. Allí comenzaron a implantarse durante el siglo XI y, en ocasiones, se fueron integrando con la arquitectura.

Es algo que se puede observar, por ejemplo, en la puerta del Cambrón de Toledo. Así, tras la reforma que se hizo en la ciudad en el siglo XVI, dos cipos pasaron a formar parte de uno de los accesos de la localidad. Son estos de origen musulmán y se cree que fueron trasladados desde el cementerio que se encontraba frente a dicha puerta, en donde hoy se sitúa la ermita del Cristo de la Vega. Por otro lado, en algunos museos españoles, no solo en Toledo, también en ciudades como Cádiz o Jumilla, se pueden ver algunos conjuntos de cipos que se rescataron de diferentes zonas arqueológicas y que se encuentran en buen estado de conservación.

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