Situada al pie de la ría que le da nombre, la villa coruñesa de Noia está rodeada de monumentos de gran valor, empezando por su casco histórico medieval, perfectamente conservado. Entre sus tesoros se encuentra la iglesia gótica de Santa María A Nova y su cementerio, llamado Quintana dos Mortos. Se trata de uno de los más espectaculares y enigmáticos camposantos de España, declarado, junto con el templo, monumento histórico artístico desde 1973.
La historia de la iglesia sí parece estar documentada. Fundada en el año 1327 por el arzobispo compostelano Berenguel de Landoira, su efigie aparece en el tímpano de la fachada principal, donde está representada la escena de la Epifanía. El templo de estilo gótico gallego marinero consta de una sola nave con cubierta de madera sobre tres arcos apuntados que arrancan de cortas pilastras dividiendo la nave en cuatro tramos.
Con el tiempo se añadieron nuevos espacios. En los lados de la capilla mayor se abren accesos que dan a la sacristía norte, construida en el siglo XVII, dedicada a almacén y archivo de laudas sepulcrales, y a la sacristía sur, del siglo XVI, que alberga un espacio expositivo con laudas.
Del cementerio, no se sabe cuándo se empezó a utilizar este lugar como camposanto, aunque la leyenda dice que contiene tierra traída de Palestina por los templarios. Según el historiador Clodio González Pérez, “mientras que unos autores ya dan las losas sepulcrales más antiguas como del XI, otros retrasan esta fecha en dos siglos, haciéndolas contemporáneas de la iglesia, primer cuarto del XIV. Pero a estos últimos se oponen los que afirman que en el solar que ocupa el actual templo ya hubo otro anterior, pues el llamarle popularmente Santa María a Nova implica que allí o muy cerca estuvo en otros tiempos Santa María a Vella, quizás la primera iglesia con que contó la necrópolis”.
Lo que sí es cierto es que este cementerio siempre tuvo algo especial y muchas peculiaridades. Entre ellas, el que se administrase justicia en él hasta 1517, cuando fue prohibido por la autoridad eclesiástica. Vida y muerte convivían en este solar, ya que hasta mediados del siglo pasado se celebraban fiestas campestres, sentados a veces los asistentes en las losas pertenecientes a sus antepasados.
En esta necrópolis de Noia otro hecho que llama la atención es el conjunto de losas sepulcrales con marcas o signos grabados sobre ellas. Hay más de cuatrocientas en el que se considera un cementerio único en el mundo. ¿Por qué se ponían marcas y no el nombre del finado en la lápida? La razón más consistente parece basarse en que en esos tiempos la población no sabía leer ni escribir pero sí conocían la marca propia de su familia, que figuraba en todas sus pertenencias.
Con el tiempo, las antiguas marcas se fueron sustituyendo por el nombre del difunto junto a la enseña de la que había sido su profesión, desde sastres a marineros o canteros. Otra peculiaridad de la Quintana dos Mortos de Noia es su cruceiro gótico con baldaquino, uno de los pocos que hay en Galicia. Una selección de lápidas se encuentran expuestas en el interior de la iglesia, que datan desde la época medieval hasta la Edad Moderna (siglos XIV a XIX).

Actualidad