Todos sabemos lo que es un epitafio, el texto que honra al difunto, normalmente inscrito en una lápida o placa sobre su tumba. Algunos han sido compuestos por poetas, otros se basan en citas clásicas, textos sagrados o frases dichas por el propio difunto. En cualquier caso, son una forma de recordar a los seres queridos que ya no están, y en ocasiones son divertidos y reflejan el sentido del humor de la persona que los escribió.
Epitafios Curiosos
Hay abundantes ejemplos de epitafios curiosos e ingeniosos. En el cementerio de St. Mary’s en Inglaterra, hay uno que dice: «Aquí yace el cuerpo de Thomas Parr, que murió a los 152 años. Su última palabra fue: ¡Más!”. De este personaje, el viejo Parr, como le llaman los ingleses, hablaremos en otro blog porque, según los registros, nacería en 1483 y fallecería en 1635. Haciendo las cuentas, Thomas Parr vivió ¡152 años! Su vida está llena de circunstancias fuera de lo común, como matrimoniar por primera vez a los cien años, o enviudar y volver a casarse a los 122. Incluso tiene un retrato en el Shrewsbury Museum and Art Gallery, pero esto será otra historia porque queremos profundizar en los secretos de esa supuesta longevidad.
Paseando por alguno de los muchos cementerios estadounidenses seguro que aparecen abundantes John Doe o Jane Doe. Tanto en su versión masculina como femenina sonnombres ficticios y genéricos usados con respecto a alguien anónimo del cual no se sabe la identidad o no se quiere revelar. Pues bien, en el cementerio de St. John’s en Nueva York, hay un epitafio que dice: «Aquí yace el cuerpo de John Doe, que murió por una caída de escaleras. Su última palabra fue: ¡Ay!”.
Los epitafios recuerdan que la vida es corta y que debemos aprovecharla, hablan también del desconocimiento de lo que existe al otro lado, pueden estar en prosa o en verso y en la Antigüedad grecorromana se consideraba que los más cortos eran los mejores, ya que se buscaba que los caminantes pudieran leerlos enteramente al pasar.
Epitafio Humorístico
De hecho, los escritos por personas célebres suelen ser los más concisos y humorísticos. El Nobel Camilo José Cela dejó por escrito: “Quien resiste gana”, y muchos otros decidieron tomarse con humor las cosas de la muerte. Los más famosos y conocidos suelen venir del mundo artístico y literario, como el del genial escritor y periodista Miguel Mihura, que lo dejó muy claro en su lápida: “Ya decía yo que ese médico no valía mucho”.
Otro de los más famosos es el de Groucho Marx y el supuesto “Perdonen que no me levante” que estaría en su tumba. Pero en realidad se trata de una leyenda urbana y lo más probable es que naciera como un chiste que poco a poco fue tomando visos de realidad. Según su biógrafo Stefan Kanfer, Groucho está enterrado en el cementerio de Eden Memorial Park, en el Valle de San Fernando y en él hay una placa de bronce con las palabras «Groucho Marx 1890-1977» y una estrella de David.
Entre las palabras que siguen vivas después de la muerte están las de Adolfo Suárez, que dejó por escrito en su epitafio de Ávila, su ciudad natal donde yace, “La concordia fue posible”. También hay epitafios divertidos anónimos, como: “Al fin polvo” o “Estos días se me están haciendo eternos”.
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