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Funerales a ritmo de jazz (De Nueva Orleans al mundo)

15 diciembre 2022

Nueva Orleáns es una ciudad única por muchas razones: por ser origen de estilos musicales, de multiculturalidad y de tradiciones, entre otras características. Y una de las más curiosas costumbres que mantiene es la de sus funerales teñidos de jazz, extensibles a todo el estado, Luisiana. Una costumbre que data del siglo XVIII y que sigue vigente hoy. E incluso ha tenido seguidores en otros lugares del mundo, especialmente donde se fusionan las culturas afroamericanas.


El funeral de jazz sigue siendo un rito trascendental y la forma preferida del Nueva Orleans multicultural para honrar a sus muertos. Al igual que la cocina criolla, el ritual ha sobrevivido al acoger tanto la tradición como el cambio. También es una celebración de renacimiento. Las melodías fúnebres dan paso a piezas alegres y bailes catárticos mientras se “suelta” el cuerpo y el alma asciende al cielo.


Estas despedidas al que ya no está combinan elementos de las ceremonias fúnebres africanas, francesas y estadounidenses en una procesión que presenta una banda de música, dos líneas de dolientes y una mezcla de himnos solemnes, cantos fúnebres y música alegre de jazz o Dixieland. Como en los funerales tradicionales, el féretro se suele velar por familia y amigos hasta que llega el día del entierro. Entonces una banda de música local recibe el encargo de dirigir la procesión hasta el cementerio.

jazz

A continuación un cortejo sigue a la agrupación musical mientras entona himnos solemnes y cantos fúnebres en un tempo lento y deliberado. Un tema común interpretado durante esta fase es “Just a closer walk with Thee” (Solo un paseo más cercano contigo). El ataúd sigue a la primera fila de dolientes, lo que permite a los transeúntes a lo largo de la ruta presentar sus últimos respetos.


Tras el servicio religioso habitual todos abandonan el lugar con reverencia, incluidos los músicos. Se libera entonces lo que se conoce como “segunda línea”, festiva y alegre, capitaneada por la “marching band” que interpreta temas movidos. Sus componentes abren sus paraguas de colores y sus cuerpos bailan al ritmo de la música. La vida debe de continuar mientras el alma del difunto ya ha sido guiada por los ángeles hasta el cielo.


Luisiana, en el sur de Estados Unidos, destaca por ser la cuna del jazz, género musical que nació dentro de la colonia de esclavos llegados de África y su mezcla con los ritmos europeos. Este tipo de música está tan arraigado en el día a día de pueblos y ciudades que forma parte también de los entierros de seres queridos.


En el conocido libro “The Music of Black Americans: A History” de Eileen Southern (convertido en todo un clásico), profesora y musicóloga, describe la ceremonia: “En el camino al cementerio era costumbre tocar muy lenta y tristemente un canto fúnebre, o un viejo espiritual negro como Nearer My God to Thee, pero al regresar del cementerio, la banda tocaba un entusiasta When the Saints Go Marching In o una canción ragtime como Didn’t He Ramble.


Los funerales de jazz no son solo para músicos. Cualquiera puede solicitar uno. “Y, siempre que sea respetuoso, se anima a los transeúntes a unirse y ayudar a celebrar”, escribe Southern. Sidney Bechet, el renombrado jazzista de Nueva Orleans, dijo una vez: «La música aquí es tan parte de la muerte como de la vida».

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